En 1911 se crea la Real Sociedad Canina y empiezan a inscribirse los primeros perdigueros de Burgos. Pero nunca hubo una previsión ni se aplicaron a la cría conocimientos científicos y genéticos. La Guerra Civil supone un duro mazazo, los criadores dejan de inscribir ejemplares, las relaciones entre los distintos criadores se distancian y la consanguinidad remarca más sus perjudiciales consecuencias.
Cazadores vascos que alquilaban el autobús que cubría la línea Mondragón-Oñate-Legazpia para desplazarse a los cazaderos burgaleses. Don David Arroyo Merino, tercero por la derecha, con su perdiguero de Burgos, tras una cacería en Salas de los Infantes, hacia 1920.
Actualmente la raza se encuentra libre del riesgo de desaparición que la ha amenazado siempre, pero se enfrenta a nuevos peligros que evitan su consolidación entre las razas de primera línea. El mercantilismo, el egocentrismo de quienes se creen en posesión de la verdad indiscutible, los intereses personales y las opciones sin futuro a largo plazo pueden sumir de nuevo en el futuro a la raza en el pozo del olvido.

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